Los electrolitos comerciales —presentes en bebidas deportivas, sobres de rehidratación o cápsulas aisladas— suelen estar formulados con minerales inorgánicos (como cloruro de sodio, citrato de potasio, carbonato de magnesio) combinados con excipientes como: jarabe de glucosa, ácido cítrico sintético, colorantes artificiales, y conservantes como benzoato de sodio.
Esto genera múltiples problemas:
1. Baja biodisponibilidad:
Minerales inorgánicos requieren transformación en el intestino (ionización en medio ácido) para poder ser absorbidos. Si el pH intestinal está alterado o hay disbiosis, la absorción se reduce considerablemente.
2. Desbalance osmótico:
Al no estar en proporción fisiológica, pueden alterar la osmolaridad plasmática, causando: deshidratación intracelular, estrés renal, e incluso desequilibrios eléctricos que afectan al ritmo cardíaco.
3. Acidificación del medio interno:
Muchos electrolitos comerciales contienen ácidos fuertes o azúcares simples que: disminuyen la capacidad buffer del cuerpo, bajan el pH sanguíneo, e interfieren en la excreción renal adecuada de minerales.
4. Carga tóxica acumulativa:
Los colorantes, edulcorantes y conservantes se procesan en el hígado y pueden generar compuestos oxidativos. Con uso crónico, esto favorece procesos inflamatorios, resistencia a la insulina y disfunción mitocondria